En los últimos tiempos se ha repetido mucho la frase “de la granja a la mesa” que, independientemente de su relación con la estrategia farm to fork de la UE, simboliza cercanía entre los productos agrícolas y los consumidores; representando frescura, proximidad, naturalidad y salud. Eso está muy bien.
Pero la realidad es que todos los productos agrarios deben pasar por un proceso de transformación, aunque sea leve, antes de llegar desde el campo al mercado o a la mesa de alguien.
Estos procesos se desarrollan en plantas de transformación agroalimentaria, que deben estar diseñadas muy específicamente para la materia que han de tratar (...)
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